LA MÁQUINA DEL TIEMPO ** Manuel Espinosa ** Historia  

Publicado por: Pandora


Es el sueño de cualquier apasionado de la historia, un medio que nos permite transportarnos a diferentes épocas y momentos decisivos de la humanidad. Usaremos esta peculiar máquina del tiempo para viajar a todos esos lugares soñados, independientemente de si quedan lejos de nosotros o de si desaparecieron para siempre. La palabra escrita, la fotografía y el video serán nuestros acompañantes y nos facilitarán esta tarea.

Desde Pandora, nuestro lugar de encuentro, nos aventuraremos cada mes en un destino concreto de la historia. Para ello lo único que tendremos que hacer es programar nuestra máquina con los datos correspondientes y dejarnos llevar por todo aquello que veremos y oiremos.

BUEN VIAJE.

Cuarto Destino

Lugar: SEVILLA.

Coordenadas: 37º 23′ 0″ N y 05º 59′ 0″ O

Fecha: 1530 d. C.

Descripción del viaje:

Bajamos de nuestra máquina y nos situamos en pleno corazón de Sevilla. Vemos a escasos veinte metros la espectacular construcción de la catedral, que en estos momentos está siendo adaptada al emergente estilo renacentista. Pero sin duda lo que más llama nuestra atención es la imagen de una Giralda que permanece aún con la estructura del alminar almohade de la desaparecida mezquita mayor; faltan todavía 28 años para que comience la construcción de su coronación renacentista y de su campanario.

Una vez saciada nuestra curiosidad arquitectónica nos dirigimos directamente a nuestro objetivo, que no es otro que poder presenciar una de las reuniones que Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, mantiene con los personajes más influyentes de la época con la intención de restituir el honor perdido de su padre y de que le reconozcan los descubrimientos y logros alcanzados. Sabemos que en el día de hoy se celebra una audiencia pública en este sentido y nos encaminamos hacia el edificio donde tendrá lugar.

Al entrar en la sala lo distinguimos perfectamente. Hernando Colón cuenta con 42 años y presenta el porte de un caballero de la época, un hombre que a lo largo de su vida ha ejercido de paje, viajero, cosmógrafo, matemático, historiador, biógrafo y sobre todo de humanista, y que ahora representa el papel de abogado de la causa de su padre. Tras las correspondientes presentaciones y explicaciones, le conceden la palabra a Hernando, que visiblemente emocionado comienza el relato de los viajes y descubrimientos de su padre, uno de los pasajes más trascendentales de la historia, ya que supuso la unión de dos mundos hasta ese momento separados.

Todo comenzó con la obsesión de Cristóbal Colón de encontrar una nueva ruta marítima para llegar a las riquezas de India, China y Japón (perlas, oro y especias). Creía que navegando hacia el oeste llegaría a esas tierras directamente por mar, el continente americano sencillamente no existía para Europa. Pero para llevar a cabo su empresa necesitaba una gran cantidad de dinero, y Colón supo acercarse a las personas adecuadas en el momento justo. Después de la negativa del rey de Portugal acudió a los Reyes Católicos de España, que acababan de culminar una costosa guerra contra los musulmanes y que necesitaban nuevas fuentes de riqueza. Pensando en las enormes ganancias que les reportaría la nueva ruta hacia Las Indias aceptaron financiar el proyecto. Un proyecto que se desarrolló a lo largo de cuatro viajes.

Para el primero de ellos Colón contó con 3 barcos: 1 nao (Santa María) y 2 carabelas (La Pinta y La Niña). Finalizados todos los preparativos, la expedición salió de Palos de la Frontera (Huelva) el 3 de agosto de 1492, con una tripulación de unos 90 hombres. Pero la travesía no fue nada fácil, sesenta días después de la salida desde España los marineros estaban al borde del motín, estaban atemorizados por lo desconocido del océano y por la idea de no poder volver a casa. Colón los convenció y les pidió un margen de tres días más, y precisamente en ese tercer día, el 11 de octubre de 1492, divisaron tierra firme.

Creyendo estar en el Lejano Oriente el Almirante de la Mar Océana llamó a las islas Las Indias. A la primera de ellas en la que desembarcó la denominó San Salvador (actualmente en el archipiélago de Bahamas). Buscando las riquezas que deseaba fue explorando las distintas islas de la zona hasta encontrar la que para él sería la más importante y que bautizó con el nombre de La Española (actualmente Haití y República Dominicana). Allí se encuentra con sus pobladores, los taínos, a los que Colón llama indios considerando de forma equivocada que se encontraba en La India. El pueblo taíno creía que su Dios vendría por mar y considera a los españoles, por tanto, de naturaleza divina. Esta cuestión es aprovechada para convencerlos y conseguir de ellos el oro que tanto ansiaban. En enero de 1493 Cristóbal Colón regresa a España dejando allí a 39 hombres.

Una vez establecido el contacto ahora tocaba sacar rendimiento a las islas descubiertas, así que se lleva a cabo un segundo viaje el 25 de septiembre de 1493. Se trataba en esta ocasión de explorar, colonizar, y predicar la fe católica por dichos territorios. Contaban para esta travesía con 17 barcos.

Al llegar a La Española se encuentran con la desagradable sorpresa de que los compañeros que se quedaron allí han sido asesinados. Colón pronto comprende que su misión no sería nada fácil. Como primer paso funda su primera ciudad en la isla, Isabela, pero su situación geográfica y las condiciones climatológicas se encargan de hacerla fracasar. Ante esta adversidad se adentra en la isla y hace construir Concepción de la Vega, una nueva ciudad que pronto se convirtió en la más rica en oro de todo el Caribe. Utilizaron a los indios para extraerlo y pronto surgieron los enfrentamientos entre colonizadores y colonizados. En marzo de 1496 el Almirante creyó que había pacificado su colonia y regresó a España como un hombre rico y respetado.

Con el tercer viaje, que se inició el 30 de mayo de 1498, se pretendía expandir las colonias y explorar otros territorios. Disponían esta vez de 6 barcos, con los que viajó hasta la actual Venezuela, siendo los primeros europeos que veían Sudamérica. En La Española fundó una nueva capital, Santo Domingo.

En este punto del relato Hernando es interrumpido por uno de los caballeros que lo escuchaba y le recuerda que, en su papel de gobernador de la isla, su padre aplacaba con contundencia cualquier disidencia por parte de taínos o españoles, llegando a mutilarlos en la plaza pública. Demostró que fue un mal líder y un tirano y eso volvió a su propia gente en su contra. Y argumenta estar seguro de ello porque diferentes colonos españoles, hartos del trato recibido, hicieron llegar cartas a España informando de la situación. Los Reyes Católicos decidieron actuar y mandaron a un observador, concluyendo éste que Colón era culpable. Lo encarcelaron allí mismo y posteriormente lo trajeron a España como un delincuente.

Este ataque a su padre es el momento que estaba esperando Hernando. El hecho es que aún dando por cierto todo lo explicado anteriormente, los Reyes perdonaron a Colón y le dieron otra oportunidad para que encontrara el paso occidental hacia el continente asiático. Emprende su cuarto viaje el 11 de mayo de 1502 con 4 carabelas.

Hernando tiene especial interés en relatar esta última aventura de su padre porque es la menos recordada y porque él mismo, con 13 años, formó parte de la tripulación. Al Almirante también lo acompañaron su hermano Bartolomé (cartógrafo) y el escribano Diego Méndez. Pero no pudo elegir a sus capitanes y esto terminaría por volverse en su contra. En esta ocasión, además, la financiación era muy escasa, los barcos eran malos y la tripulación no tenía experiencia. A pesar de ello sólo tarda 21 días en cruzar el Atlántico, convirtiéndose así en el viaje más rápido de los cuatro. Cercanos ya a las costas de La Española comienzan a surgir todos los problemas.

Colón advierte por los signos climatológicos que se acerca un huracán. Sabe que debe tomar tierra pero también recuerda que tiene prohibido poner de nuevo el pie en la colonia. No obstante decide intentarlo y manda a un mensajero pidiendo permiso para desembarcar ante el peligro inminente. En tierra, por el contrario, nadie piensa que se acerque una tormenta y rechazan su petición. No le queda otra opción que hacer uso de sus amplios conocimientos de navegación, dirigir sus naves en dirección contraria al huracán y fondear en una bahía abrigada durante toda la noche. A la mañana siguiente los barcos dispersos consiguen reunirse relativamente intactos, sin embargo la capital de La Española (Santo Domingo) ha quedado arrasada y aquellos que no atendieron a la alarma de Colón han perdido 29 barcos y 500 vidas.

Con todo, la expedición sigue sin tener permiso para arribar en la colonia, así que el viaje continúa pasando por Jamaica, costas de Cuba y llegando a Chiriqui, en la actual Panamá. Los indios de esa zona le muestran un camino por tierra de nueve jornadas que según ellos desembocaba en un océano diferente, pero el Almirante renuncia a seguirlo convencido de hallar un paso marítimo hacia Asia y de que sus hombres no sobrevivirían a una peligrosa expedición por tierras desconocidas. La travesía sigue.

Aunque los marineros no sabían hacia donde se dirigían, Colón estimaba su posición en el mar gracias a un método tosco pero eficaz. Hernando explica que medía el tiempo con un simple reloj de arena calibrado a intervalos de media hora, disponía además de una brújula que le indicaba la dirección que seguía y averiguaba la velocidad a la que viajaba calculando el tiempo que tardaba un objeto en ir flotando desde la proa hasta la popa. Con toda esta información realizaba unas tablas que le permitían hacerse una idea más o menos exacta de donde estaba.

Con la intención de evitar el desánimo Colón hacía ver a los marineros que realizaban jornadas más cortas de las que realmente hacían, pero eso sólo era una solución a corto plazo. Así, el 5 de diciembre de 1502 el motín a bordo estaba a punto de estallar. Colón, por su parte padecía de gota y de artritis y con 51 años su estado físico había empeorado tanto que incluso había afectado a su capacidad mental. Quizás por eso o porque sabía que no encontraría el paso occidental hacia Asia decide dar la vuelta e ir en busca de un nuevo objetivo, el oro.

Se dirigen a Veragua (Panamá) en busca del ansiado metal. Allí lo encontraron, estableciendo en un principio intercambios comerciales con los indios de la zona, pero pasado el tiempo la obsesión de Colón por convertirlos al cristianismo y su avaricia inagotable por el oro hicieron inevitable el enfrentamiento entre ambas partes. Los españoles se ven obligados a huir y a abandonar la idea de establecer una colonia allí.

Deciden entonces navegar hasta La Española para desde allí regresar a España, pero en ese trayecto surge un problema más. Los barcos se deshacían y se hundían poco a poco, las maderas estaban podridas y tenían que achicar agua sin parar. En la costa de Jamaica no resistieron más y se hundieron. Allí mismo tuvieron que levantar un campamento con los restos del naufragio. Colón está gravemente enfermo y el escribano Diego Méndez decide tomar el mando del grupo, negocia con los indios de la zona para conseguir comida y lleva a cabo una misión prácticamente suicida navegando en canoa junto con dos indios hasta La Española. Sabían que era difícil que algún barco pasase por Jamaica para que pudiera recogerlos, debían ir en busca de alguno. Méndez consiguió su objetivo, ahora lo más difícil sería convencer al gobernador de La Española, uno de los peores enemigos de Colón, de que enviara un barco para salvarlo.

Pasados seis meses, en Jamaica siguen sin noticias del posible rescate y la situación se vuelve insostenible. La mitad de la tripulación se amotina pero los leales a Colón, dirigidos por su hermano Bartolomé, consiguen reducirlos. Un mes más tarde Méndez consigue enviar una carabela para rescatarlos. Sorprendentemente, después de todas las penurias pasadas, 110 hombres de los 140 que partieron de España habían sobrevivido. De camino a La Española volvieron a tener problemas con la embarcación y tardaron 45 días en llegar. No es de extrañar que muchos de ellos decidieran quedarse en la colonia para siempre, ya habían viajado lo suficiente.

Hernando explica cómo él y su padre consiguieron regresar a España más de dos años después de su partida. Con este cuarto viaje Colón no consiguió recuperar ni su reputación ni su fortuna, volvió completamente fracasado y humillado. 2 años más tarde, el 20 de mayo de 1506 y con 55 años, Cristóbal Colón muere en Valladolid sin ser consciente de la magnitud de su descubrimiento, pensando todavía que había estado en islas de Las Indias y no que había descubierto América. Desde ese día, su hijo Hernando y el resto de sus herederos reclaman incansablemente los derechos de Colón sobre el Nuevo Mundo.

Hernando Colón termina su intervención informando a los presentes de que está escribiendo una obra sobre la vida y viajes de su padre que llamará La Historia del Almirante, para que al margen del lugar que la Historia tenga reservado a la memoria de su padre, todo el mundo pueda saber que D. Cristóbal Colón fue un explorador extraordinario y tenaz, dispuesto a arriesgarlo todo en busca de lo desconocido.









Bien, pues con la información necesaria para situarnos, sólo nos queda un paso, comenzar el viaje… (ah, y no te preocupes, al finalizar, nuestra máquina nos traerá sanos y salvos de vuelta a la actualidad).

Historia - El Último Viaje de Cristóbal Colón

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1 comentarios

Anónimo  

Yo no sabía que Colón había viajado cuatro veces a América, ni que había sido gobernador de una isla. No conocía su faceta más cruel. Tampoco tenía ni idea de que en su último viaje, buscando el paso hacia oriente, llegó hasta la actual Panamá, donde unos minúsculos animalitos marinos propios de esas aguas pudrieron sus barcos. Nunca me habían dicho que Colón permaneció mucho tiempo naúfrago en una isla, ni que logró salir de allí. Todo ello lo he aprendido gracias a Pandora y, en especial, a Manuel Espinosa, de quien ya soy un ferviente admirador. Muchas gracias.

Felipe

15 de mayo de 2010, 20:43

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