Resulta extraño pensar que te encuentras solo, a más de 5000 kilómetros de tu familia y amigos, es más, no eres consciente de ello, por lo que te acostumbras rápido. Casi no puedes hablar con tus seres queridos, porque cuando están despiertos yo estoy dormido, y cuando yo estoy estudiando ellos descansan. Es lo que tiene vivir en una franja horaria tan distante. Sé que cada mañana al despertarme no podré saludar a mi padre, despedir a mis hermanas o dar un beso a mi madre, para luego volver a mi casa sobre la hora del almuerzo. No. Ahora tengo que despertarme cada mañana para desayunar, saludar al morenito que reparte el periódico en el metro, despedir al tren cuando me bajo en la estación de Newton Center y dar un beso a las galletitas que compro en Dunkin' Donuts.
No. Aquí nadie dice nada si se cruza con un Batman o con un tipo con pendientes de dilatación. Aquí tienes que alzar la cabeza para llegar a ver la cumbre de algunos edificios. Aquí las personas te piden perdón si tú le pisas el pie sin querer. Aquí, cada mañana, los alumnos juran fidelidad a la patria mano en el corazón y escriben cartas a personas que no conocen, las cuales trabajan con armas para mantener “la paz mundial” en países muy lejanos. Se hacen llamar soldados o marines.
Pero me gusta viajar. Y si es solo mejor. Aunque he de admitir que viajar de esta manera no es más que dispersarte por el mundo, romperse en trocitos. El acumular nuevas sensaciones, experiencias, vivencias… hace rellenar cada vez más el futuro baúl de los recuerdos de vivencias que nunca serán olvidadas. Aprendes a valerte por ti mismo, te das cuenta de que la palabra “diferente” reemplaza a “raro”. Te das cuenta de que nada es seguro, que nada se debe dar por sentado. Sabes que, de nuevo, conocerás a gente que se cruzará en tu vida y te la marcará, muchos de una forma importante, pero que tarde o temprano desaparecerán para siempre. Y eso es duro si se forja aprecio. Estoy optando por volverme impasible. Me pregunto si alguno de los destinos terminará siendo el definitivo, o si por el contrario siempre retornaré al punto de partida. Siempre he pensado que viajar es una de las inversiones más importantes en la vida de una persona, y por ello pretendo aprovechar al máximo esta oportunidad de ser joven. Aún me queda mucho tiempo en Boston. ¿El próximo destino? No lo sé. Quizás regrese a Londres para visitar a mi otro yo. Quizás repita Estados Unidos. Te he dicho que no lo se. Pero lo que sí tengo por seguro es que no me criarán raíces en España. Fuera de mi habitación hay mucho por ver…