Quiero aprovechar la coincidencia de esta primera entrevista con el próximo 8 de marzo (día de la mujer trabajadora), para empezar con mi modesto homenaje a estas luchadoras.
Ana Franco Rodríguez “Ana del Capataz”
En una tarde lluviosa, Ana me recibe en su casa con la hospitalidad de siempre, en sus manos resbala un precioso vestido verde de fiesta.
¿Desde cuándo empezó tu interés por el mundo de la costura?
Ana: Desde que tenía 14 años. Yo vivía en el campo pero quería estudiar, aunque por aquel entonces no teníamos medios económicos y además mi padre pensaba que el sitio de la mujer era la casa y en todo caso de aprender un oficio éste sería el de coser. Estuve un año en Benacazón aprendiendo con una costurera, después de ese tiempo volví al campo y continué aprendiendo al lado de mi madre. Después hice un curso de corte y confección por correspondencia en 1956.
¿Cuándo decidiste montar tu propio negocio?
Ana: Después de casada empecé con pequeños trabajos, colocándome a continuación en “La Cooperativa”, siendo en 1978 cuando decidí dedicarme de pleno a este negocio.
¿Cómo llevabas, ser madre esposa y empresaria?
Ana: Al trabajar mi marido en el campo, yo me tenía que encargar de mis cuatro hijas, de las labores de la casa y, además, de los encargos de costura, por lo que mi jornada empezaba a las 6 de la mañana y había días que me daban las dos de la madrugada y todavía estaba trabajando, aunque contaba con la ayuda de mi madre en lo que ella podía. Además yo era la encargada de la economía de mi casa.
¿Cuándo empezaste con los trajes de flamenca?
Ana: Fue lo primero ya que las modistas del pueblo no se dedicaban a ello por ser muy laboriosos. En aquellos tiempos la gente arrendaba los vestidos para ir a la feria, sobre todo a la de Sanlúcar la Mayor.
Después de 27 años hice cortinas por encargo, realizando mi propio diseño quedando los clientes muy satisfechos, siendo la primera en el pueblo que se dedicó a esta tarea.
¿Como veías a tu familia con respecto a tu trabajo?
Ana: Al trabajar en casa tenía mi familia cerca, aunque con tanto trabajo no tenía vida propia, siendo las salidas a Sevilla para comprar telas por encargo mi única distracción.
¿Eres consciente de que cuando confeccionas una prenda de vestir o ropa de casa, pasas a formar parte de sus vidas por algún tiempo?
Ana: De alguna manera así es, incluso mantengo amistad con personas de fuera de Benacazón a las que conocí cuando me encargaron algún trabajo.
¿Tú crees que está pagado el diseño en este país?
Ana: El diseño ni está pagado ni reconocido, sólo se cobra la mano de obra, teniendo que realizar muchas horas de trabajo para que sea rentable.
En un país y un tiempo que ignoraba a la mujer como persona capacitada para cualquier trabajo, ¿te has sentido desfallecer alguna vez?
Ana: Nunca me he sentido menos que un hombre, siempre he sido luchadora, mientras más dificultades tenía más me superaba a mí misma.
¿Estás contenta de la vida en general?, ¿de la que has vivido con tu marido, con tus hijas y ahora con tus nietos?
Ana: Aunque la vida no me ha pagado bien (he tenido muchas enfermedades en mi familia) era la cultura lo que más me gustaba, sobre todo la historia y la moda. Compraba las revistas por encargo a un señor que venía a vender telas. He sido muy respetuosa con mis padres inculcando lo mismo a mis hijas. Mi hija Feli ha seguido mi legado, María José y Ana le ayudan en el negocio y mi hija Mari se dedica a la enseñanza del baile, teniendo su propia escuela de danza. Soy una persona muy creyente, siempre le rezo a la Virgen de las Nieves. Mis nietos me han dado mucha alegría, me siento recompensada disfrutando de ellos. Siempre he notado el apoyo de mi marido.
A continuación disfrutamos de una amena charla delante de una taza de buen café y en compañía de las empleadas del taller.