Durante la ocupación romana nuestra ciudad, entonces denominada Hispalis, logró ser uno de los centros comerciales más importantes de Hispania. La primera referencia romana de la urbe es del año
Pero César estuvo en la ciudad antes, aproximadamente entre los años 68 y
Según la leyenda César tuvo durante su estancia en la ciudad amores con una joven llamada Syoma Julia, la cual le dio dos hijos. Al primogénito César lo sacrificó para ganarse la protección de los dioses, dándole muerte y enterrando su cuerpo ensangrentado bajo el cimiento de la muralla en el Arco de la Macarena. Con ello se consideraba que la muralla y la ciudad serían invencibles. Su amada Julia, desesperada por la muerte de su primogénito, huyó del lado de César y ocultó a su segundo hijo, para lo cual cambió su nombre y su identidad. Algunas fuentes consideran que pasó a llamarse Bruto y que, cosas del destino, más tarde sería uno de los asesinos de su propio padre en Roma.
Con todo, la ciudad de Sevilla siempre ha guardado a la memoria de César un gran respeto y consideración, ya que al ampliar la muralla y engrandecer el perímetro urbano convirtió a Hispalis en la gran metrópoli del sur de la península. Muestras de ese agradecimiento son las diferentes figuras del dirigente romano que permanecen por la ciudad.
En la plaza de San Francisco está el Arquillo del Ayuntamiento (que comunica la Plaza de San Francisco con la Plaza Nueva) y a ambos lados de éste, a media altura, se ven dos hornacinas con estatuas, una de Hércules, a quien se atribuye la fundación de Sevilla y la otra es de Julio César, que restauró y amuralló la ciudad. Ambos figuran en este lugar de honor al ser considerados los Padres de la Patria Hispalense.
También hay una estatua suya en la Alameda de Hércules, sobre una de las dos columnas romanas que situó allí el Conde de Barajas en 1574.
Ya veis, parece ser que Cayo Julio César, el hombre más poderoso del mundo en su tiempo, tuvo que ver con Sevilla más de lo que en un principio se podía pensar.