LA MÁQUINA DEL TIEMPO ** Manuel Espinosa ** Historia  

Publicado por: Pandora



Es el sueño de cualquier apasionado de la historia, un medio que nos permite transportarnos a diferentes épocas y momentos decisivos de la humanidad. Usaremos esta peculiar máquina del tiempo para viajar a todos esos lugares soñados, independientemente de si quedan lejos de nosotros o de si desaparecieron para siempre. La palabra escrita, la fotografía y el video serán nuestros acompañantes y nos facilitarán esta tarea.

Desde Pandora, nuestro lugar de encuentro, nos aventuraremos cada mes en un destino concreto de la historia. Para ello lo único que tendremos que hacer es programar nuestra máquina con los datos correspondientes y dejarnos llevar por todo aquello que veremos y oiremos.

BUEN VIAJE.

Sexto Destino

Lugar: TENOCHTITLAN (En la actual ciudad de México).

Coordenadas: 40º 24′ 56.11″ N y 3º 42′ 52.41″ O

Fecha: 1523 d. C.

Descripción del viaje:

“En menos de 200 años los Aztecas pasaron de ser un grupo de nómadas a convertirse en la civilización más grande del Nuevo Mundo. Conocemos todo lo que lograron gracias a brillantes campañas militares y a la ingeniosa aplicación de la tecnologí­a hasta dominar las duras condiciones de su entorno. Construyeron una capital, que rivalizaba con cualquier ciudad del mundo en aquella época, en medio de un lago, transformando rápidamente los pantanos en fértiles tierras cultivables. Cuando los conquistadores españoles llegaron allí­ en 1519 y vieron sus relucientes pirámides y templos, los grandes canales llenos de barcos, las enormes calzadas elevadas que cruzaban por encima del lago hasta tierra firme y los acueductos que llevaban agua corriente a la gran ciudad, creyeron estar soñando.”

Buscando información para otro de nuestros viajes encontré esta referencia a una cultura y a una época que me parecieron muy interesantes y dignas de que pusiéramos en marcha nuestra máquina para poder conocerlas mejor.

Al llegar a Tenochtitlan en 1523 d.C. encontramos una ciudad en ruinas y hombres construyendo un edificio que parece ser una iglesia cristiana. Alrededor hay indios que miran con recelo la construcción, y otros que son obligados a trabajar en ella. Damos una vuelta por el entorno y en una de las plazas, o en lo que queda de ella, encontramos a un hombre azteca al que le falta una pierna. Al preguntarle por lo que ha pasado allí las lágrimas caen de forma incontrolada de sus ojos pero pronto se repone y nos invita a pasar a su destartalada casa, no quiere que nadie nos oiga hablar. Allí lo primero que nos comenta, de forma orgullosa, es que él era un soldado azteca y nos quiere contar la historia de su pueblo, transmitida de generación en generación.

Todo comenzó en el año 1325 d.C., cerca de la ciudad de México actual. Una acción macabra marcó el principio del imperio Azteca. Una joven celebra su inminente boda, es la hija de un rey tribal y está a punto de unirse a una tribu nueva que ha sido invitada a su reino. La tribu es conocida ahora como Los Aztecas y como parte del ritual cinco nobles la llevan a un antiguo templo para la ceremonia, pero allí sobre una losa que se utilizaba para los sacrificios le abrieron el pecho con un cuchillo de obsidiana y le extrajeron el corazón que aún latía. Esa tarde invitaron al rey para celebrar el matrimonio pero al llegar al poblado lo que encontró fue a un sacerdote danzando cubierto con la piel todavía brillante de su hija. Como parte del ritual los aztecas la habían desollado en honor del dios de la fertilidad. Ante tal espectáculo el rey quedó horrorizado y persiguió junto a sus guardias a los Aztecas hasta el lago y después hasta la isla donde se habían refugiado. En esa isla no sólo consiguieron resistir sino que construyeron el imperio más poderoso de América.

La isla donde las Aztecas fueron desterrados tras el desastroso sacrificio de la princesa estaba situada en el lago Texcoco, dentro de un valle enorme (donde se sitúa la actual ciudad de México). En esa época era una isla empantanada que nadie reclamaba, pero un día mientras el líder azteca Ténoch miraba el lago dijo ver un águila con una serpiente en el pico posada sobre un cactus en medio del lago. Consideró que eso fue la señal de los dioses de que habían encontrado su hogar. Llamarían a su ciudad Tenochtitlan. Los primeros años de construcción fueron muy duros pero tenían claro su proyecto, querían levantar una ciudad a semejanza de otra antigua y legendaria a sólo cuarenta kilómetros de allí, Teotihuacan. Era una ciudad que ya estaba en ruinas pero creían que era el hogar de los dioses y el sitio donde nacía el mismísimo sol. El lugar que más veneraban era una enorme construcción de piedra que denominaban Pirámide del Sol. Los aztecas pensaban que Teotihuacan fue diseñada a imagen del cosmos que crearon los dioses y quisieron emular esa perfección en su nueva ciudad de Tenochtitlan. Uno de los jefes aztecas, Acampapichtli, fue el que comenzó dicho reto en el año 1376 d.C.

Cuando empezaron a construir sobre el suelo de la isla, sin embargo, descubrieron que no había cimientos sólidos, era una tierra pantanosa. La solución que dieron a este problema revolucionó la arquitectura de las Américas. Empezaron anclando bien los edificios al suelo usando un sistema de pilares de madera de unos diez metros de longitud, que eran rodeados a menudo de piedra volcánica para añadir fuerza. Sobre esta base se construían muros sin problemas de hundimiento ni de inclinación. Para comunicar la “ciudad flotante” con otras islas y con tierra firme realizaron pasos elevados a modo de puentes usando la misma técnica de pilares de madera. Estos nuevos caminos permitieron poder transportar hasta la ciudad materiales más grandes y pesados, pero al no existir las bestias de carga en Mesoamérica, ni la rueda ni las carretas, los humanos lo tenían que hacer todo. Sólo disponían de cuerdas, troncos de madera para usar de palanca y de rodamiento y la fuerza humana de miles de hombres.

La ciudad crecía sin descanso y con ella sus habitantes, y pronto surgió el problema de abastecer de agua a toda esa población. En un principio era transportada en barcas desde los manantiales de tierra firme en vasijas, pero en cierto momento resultó indispensable construir un acueducto que la hiciera llegar a todos los puntos de la ciudad. Pero había un obstáculo, los manantiales de todo el valle estaban controlados por la poderosa tribu de Los Tepanecas, que gobernaban la zona. Los Aztecas no sólo le exigieron que les dieran el agua sino que le ayudaran a construir el acueducto. La respuesta tepaneca fue inmediata y su rey envió a sus soldados, que asesinaron al jefe azteca a sangre fría. Esta fue la gota necesaria para que el enfrentamiento entre ambos pueblos estallara en 1428 d.C. Los aztecas, no obstante, eran conscientes de que no podían ganar esa batalla solos, así que buscaron aliados en la cercana ciudad estado de Texcoco y en su líder Nezahualcoyotl. Juntos consiguieron derrotar a los tepanecas y los aztecas se convirtieron en los dominadores del valle de México, en ese momento comenzó a fraguarse su imperio.

Asegurado el dominio político y militar pudieron centrarse en la construcción del acueducto que les aseguraría el abastecimiento de agua a la ciudad. Esta compleja construcción fue un avance importantísimo en la ingeniería de la zona, contaba con dos canales, uno se mantenía siempre limpio y el otro servía para que no se interrumpiera nunca el flujo de agua. Recorría cinco kilómetros desde tierra firme hasta el centro de la ciudad, desde allí el agua llegaba a fuentes públicas y embalses y se distribuía al público en grandes jarras de barro o mediante canoas. Este mismo sistema de acueductos lo utilizaron para hacer llegar el agua al palacio y poder utilizarla en sus baños y para regar sus jardines botánicos.

Mientras el imperio prosperaba, a mediados del siglo XV, los aztecas decidieron que era hora de elegir un soberano. Aparece de esta forma en la historia el nombre de Moctezuma, quien consiguió expandir el imperio de tal forma que en 1449 d. C. contaba con una población de quince millones de habitantes.

Pero si bien la amenaza militar estaba controlada no ocurría lo mismo con la amenaza natural que suponía el agua y la lluvia para la capital del imperio. Para evitar las inundaciones el aliado de los aztecas, Nezahualcoyotl, ideó una increíble obra de ingeniería, un dique al este de la ciudad con una longitud de quince kilómetros. Los muros fueron una obra de cestería hechos de palos, juncos, piedras y tierra y contaban con compuertas que se podían abrir y cerrar para controlar el nivel del agua. El dique también sirvió para proteger el suministro de agua, evitando que se mezclara la parte salada con la dulce de la parte oeste del lago.

Ahora tenían que asegurarse la provisión de alimentos y para ello desarrollaron un sistema de cultivo revolucionario, las chinampas. Eran pequeñas islas artificiales que se construían tejiendo una red de palos que flotaban en el agua y apilando hierbas y juncos encima, después se sacaba fango del lecho y se ponían sobre los juncos. Los cultivos sobre estas superficies eran muy productivos, pudiéndose recoger hasta siete cosechas al año. Con esta riqueza a su disposición el imperio azteca expandió sus dominios y alcanzó su máximo apogeo a finales del siglo XV d.C. con el emperador Ahuitzotl, nieto de Moctezuma.

Para mantener el contacto entre los distintos puntos del imperio y para facilitar el transporte de mercancías se creó una extensa red de carreteras que cruzaban México central. Cada ocho kilómetros se apostaban corredores de relevos para poder enviar mensajes o bienes a lo largo de 320 kilómetros desde la costa del Golfo de México hasta Tenochtitlan en sólo 24 horas (más rápido que el servicio postal actual).

En la cúspide del poder Ahuitzotl se embarcó en el proyecto más importante para los aztecas, la construcción de una enorme pirámide en el corazón de la capital del imperio, el símbolo del poder absoluto. Se la llamó Templo Mayor y sus dimensiones en la base eran de 75 metros de fondo por 100 metros de ancho y se elevaba a una altura de 15 pisos. A lo largo de los años el edificio se fue reconstruyendo y aumentando. En la cima se situaban dos templos dedicados a los dioses de la lluvia y de la guerra. Desde allí realizaban sus sacrificios humanos.

Para los aztecas lo más preciado era la sangre humana (agua preciosa) y entendían que debían ofrecérsela a los dioses en agradecimiento por todo aquello que le daban, creían que si no lo hacían el mundo acabaría en apocalipsis. Para dedicar una de las ampliaciones del gran templo llevada a cabo por el emperador Ahuitzotl realizaron un sacrificio en masa, que según cuentan fue de unas 20.000 personas, exponiendo orgullosos las cabezas de las víctimas en estantes alrededor del templo. A la muerte del emperador en 1502 los derramamientos de sangre eran constantes, los sacrificios humanos se habían institucionalizado y los soldados aztecas se habían convertido en unos guerreros temibles en el campo de batalla. Pero ni siquiera ellos estaban preparados para la guerra de los mundos que se les avecinaba.

A Ahuitzotl le sucede en el trono Moctezuma II, un gran líder militar y político pero de una naturaleza depresiva y obsesionado por lo sobrenatural. Tuvo que enfrentarse, no obstante, a algo muy real con la llegada de Hernán Cortés y sus 500 hombres en 1519 d.C. a las costas de México. Las tribus de la zona quedaban atónitas al ver a esos hombres con armaduras montados en animales que no conocían. Los pueblos que se resistieron fueron masacrados pero otros establecieron vínculos de sangre con los españoles. Cortés mantuvo una relación sentimental con la hija de un jefe que había sido vendida como esclava y que actuó desde entonces como su intérprete, consejera e intermediaria con los aztecas. Tuvieron un hijo y se convirtieron en las primeras personas de sangre mezclada del Nuevo Mundo.

De camino a Tenochtitlan los españoles fueron reclutando hombres y reunieron un ejército de miles de soldados. Los aztecas eran cientos de miles y se preparaban haciendo ofrendas de sangre al dios de la guerra en sus principales templos, así como elaborando los trajes de animales que utilizarían en el campo de batalla para intimidar al enemigo (jaguares, águilas…). Cortés y sus hombres llegaron a la capital en otoño de 1519 d.C. y su primer encuentro con Moctezuma II en uno de los pasos hacia la ciudad fue pacífico, aunque lleno de tensión. Cortés ofreció la mano al emperador pero enseguida sus sirvientes lo apartaron, para ellos era una indignidad, nadie podía tocar al gran señor de la tierra. No obstante, invitaron a los españoles a que se quedaran en uno de sus palacios, y esto supondría su perdición.

Cuando entraron en la ciudad quedaron maravillados ante tanta belleza, creyeron estar en un sueño, la llamaron la Venecia del Nuevo Mundo. Les impresionó sobremanera el colosal palacio de Moctezuma II, situado en el mismo centro de la capital y que ocupaba una superficie de unas tres hectáreas. A la semana de su estancia allí los españoles fueron recibidos por el emperador en su palacio y aprovecharon el momento para secuestrarlo. Durante seis meses no fue más que una marioneta en manos de Cortés y la tensión en la ciudad disminuyó. Pero en la primavera de 1520 d.C. todo cambió, unos soldados españoles interrumpieron un sacrificio sagrado y mataron a los participantes. Esto suponía para los aztecas un sacrilegio y desencadenó un alzamiento en toda la ciudad, marcharon hasta el palacio pero el emperador, dominado por los españoles, intentó calmarlos. Sus seguidores se sintieron traicionados y le lanzaron flechas y lo lapidaron. Nuestro narrador nos dice que aún hoy no está claro si murió a manos de los españoles y por las heridas que le infringió su propio pueblo.

Después de lo ocurrido Cortés consideró que sería un buen momento para marcharse de la ciudad, y la noche del 30 de junio de 1520 d. C. intentaron escapar. Sin embargo no quisieron dejar atrás todo las riquezas que habían conseguido y toda esta carga los convirtió en presas fáciles para los guerreros aztecas, que los atraparon en el paso. 400 españoles y miles de sus aliados indios fueron masacrados pero Cortés y algunos de sus soldados consiguieron escapar. Prepararon entonces su ataque sobre la ciudad, cortaron su línea vital, el acueducto, y todas las vías de suministro desde el exterior. Intentaban que la ciudad se rindiera a causa del hambre, pero los aztecas eran muy resistentes y tuvo que lanzarse al ataque directo. Hizo que sus aliados transportaran sus barcos en piezas desde la costa hasta el lago que rodeaba Tenochtitlan para montarlos allí. Con sus naves, 600 españoles y hasta 50.000 aliados indios se lanzaron sobre la capital en una lucha encarnizada que duró meses. Día a día Cortés arrasó la ciudad piedra por piedra. El 13 de agosto el último líder azteca, Guatemoc, fue capturado y se rindió ante los españoles.

El imperio azteca empezó a desmoronarse, a la derrota militar se sumó una peor aún, la propiciada por las enfermedades que trajeron los españoles, que acabó con la vida de veinte millones de personas. El antiguo soldado azteca que nos cuenta esta historia también es víctima de la viruela y mira por una ventana con añoranza como las piedras que un día formaron la esplendorosa capital de Tenochtitlan son usadas ahora para construir la nueva ciudad colonial de los españoles. Partes del gran templo son ensambladas ahora para levantar los muros de la iglesia cristiana.

Bien, pues con la información necesaria para situarnos, sólo nos queda un paso, comenzar el viaje… (ah, y no te preocupes, al finalizar, nuestra máquina nos traerá sanos y salvos de vuelta a la actualidad).

La construcción de un imperio: Aztecas

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4 comentarios

Anónimo  

Gracias Manuel por este articulo es muy interesante, he tenido la suerte de visitar las pirámides aztecas y son impresionantes, cuando subes hasta la cima de la pirámide del sol experimentas una sensación inexplicable, es como si te recargaras de energía. Creo que cuando entra la primavera hacen un rito y se reúnen allí muchísima gente para recibir la energía del sol al amanecer. La verdad es que México, en general, me ha dejado una impresión muy agradable, sobretodo la calidez de su gente.

3 de julio de 2010, 15:55

Muchas gracias. Yo no he tenido la oportunidad de estar en México pero siempre me ha parecido un país muy interesante, un pueblo muy cercano y sobre todo con una historia apasionante.
Respecto a lo que comentas del rito es un acontecimiento que se viene celebrando desde hace 20 años en torno a la Pirámide del Sol de Teotihuacán. Alrededor de las 6:30 de la madrugada del día 20 de marzo se celebra la entrada del equinoccio de primavera. Muchos se suelen vestir con ropas de las épocas mayas y aztecas, y entre lo festivo y lo místico y religioso, aseguran sentir como sus cuerpos se recargan de energía.
De nuevo agradezco tu comentario y me alegro de que te haya gustado el artículo.
Un saludo.

8 de julio de 2010, 14:33
Anónimo  

Manolito, simplemente "maravilloso". Estoy aprendiendo muchísimo gracias a tu pasión por la historia que, por supuesto, también es una de mis aficiones y, como no, tú estás colaborando mucho en que así siga siendo. Un abrazo.

Felipe.

P.D.: Tengo pendiente los cruzados, pero el verano es largo.

14 de julio de 2010, 1:02

Muchas gracias Felipe. Encantado de ayudar a mantener tu afición por la historia.
Nos vemos.

14 de julio de 2010, 1:35

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